Ser diagnosticado con altas capacidades no es solo cuestión de inteligencia. Impacto Emocional, el Desajuste Social y Necesidades Reales.
El 14 de marzo se conmemoró el Día Internacional de las Altas Capacidades, una fecha que invita a reflexionar sobre las experiencias de niños y adolescentes que poseen estas características. Ser evaluado o diagnosticado con altas capacidades puede tener un impacto significativo en la vida de un joven, tanto en el ámbito emocional como en el social.
Impacto emocional del diagnóstico
El reconocimiento de altas capacidades en un niño o adolescente puede generar una mezcla de emociones. Por un lado, puede sentirse especial y valorado por sus habilidades; por otro, puede experimentar ansiedad, presión por cumplir expectativas y miedo al rechazo por parte de sus compañeros. Esta dualidad emocional puede conducir a estados de estrés y, en algunos casos, a síntomas depresivos. Estudios han demostrado que niños con alta capacidad pueden puntuar más alto en depresión y describirse a sí mismos como más desatentos, con baja funcionalidad social y peor calidad de vida.
Desajuste emocional y social
Los jóvenes con altas capacidades suelen desarrollar su intelecto a un ritmo más acelerado que su madurez emocional y social, lo que puede provocar dificultades para integrarse con sus iguales. Esta discrepancia puede llevar al aislamiento social, negación a tareas escolares, rebeldía y acoso escolar. Al no comprenderse su conducta infantil con una capacidad de razonamiento tan elevado, puede aparecer un desequilibrio y falta de sintonía con sus iguales. Como consecuencia, pueden presentar estrés emocional, tristeza y depresión.
Percepciones erróneas en la sociedad
Existe una tendencia a asociar las altas capacidades exclusivamente con el éxito académico y la facilidad en el aprendizaje. Sin embargo, esta visión simplista ignora las complejidades y desafíos que enfrentan estos jóvenes. No todos los niños con altas capacidades encajan en el estereotipo del «empollón»; muchos son creativos, perfeccionistas y tienen intereses diversos que no siempre se alinean con el currículo escolar tradicional.
Necesidades específicas de niños y adolescentes con altas capacidades
Para apoyar adecuadamente a estos jóvenes, es esencial:
Identificación temprana: Reconocer las altas capacidades desde edades tempranas permite implementar estrategias educativas adecuadas que fomenten su desarrollo integral.
Programas de enriquecimiento: Ofrecer actividades que desafíen su intelecto y creatividad, más allá del currículo estándar, es fundamental para mantener su motivación y compromiso.
Apoyo socioemocional: Proporcionar espacios donde puedan expresar sus emociones y aprender habilidades sociales es crucial para su bienestar.
Formación docente: Capacitar a los educadores para identificar y atender las necesidades de estos estudiantes garantiza una respuesta educativa más efectiva.
Recomendaciones para las familias
Las familias desempeñan un papel central en el desarrollo de niños y adolescentes con altas capacidades. Se sugiere:
Fomentar la comunicación abierta: Crear un ambiente donde el joven se sienta cómodo compartiendo sus pensamientos y emociones.
Evitar presiones excesivas: Reconocer y valorar sus logros sin imponer expectativas desmedidas que puedan generar ansiedad.
Buscar redes de apoyo: Participar en grupos de padres y organizaciones especializadas puede ofrecer recursos y comprensión compartida.
La actriz, con un coeficiente intelectual de 135, ha destacado en el ámbito académico y artístico, demostrando que las altas capacidades pueden manifestarse en múltiples facetas
El cineasta español es reconocido por su alto coeficiente intelectual, lo que ha contribuido a su versatilidad y éxito en el mundo del entretenimiento.
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